18 agosto 2012

Una tarde cualquiera....


Esta tarde serás mío, mientras estaba sentada en el ordenador esperando a que terminara de ducharse y prepararse para mi, mi mente iba cavilando en las distintas torturas que me apetecía experimentar sobre su cuerpo. Perrito, te estoy esperando y no me gusta esperar, si mi dueña fue su respuesta, note como su cuerpo se ponía en tensión por la excitación, el  mero hecho de imaginar que su dueña iba a utilizarlo hizo que su polla se endureciera. 

Teníamos poco tiempo, había obligaciones cotidianas con las que cumplir, pero yo quería que esperara con ansia la noche, quería que llevara el calor de su dueña en la piel. Elegí la cane, fusta de doma y fusta larga, uhmm, esto me servirá por el momento. Túmbate le ordene, mientras mi mano recorría lentamente su culo desnudo.......
              
Adopté la posición que mi Ama requirió, tumbado y con dos cojines bajo el vientre que elevaban mi culo a la altura propicia para quedar expuesto y a disposición de mi Dueña.
               
A diferencia de otras ocasiones empezó azotándome duramente con la cane. Mi cuerpo, recién salido de la ducha estaba frío y los varazos caían sobre mí haciendo que me retorciera, pensaba que iba a ser difícil aguantar el castigo que mi Dueña había planeado para esa tarde y trataba de concentrarme mientras la cadencia y la dureza de los varazos que mi Ama me infligía iban aumentando. De repente algo cambió. Tras un fuerte varazo que hizo que me retorciera girando cuerpo y cabeza, mi mirada se encontró con la suya. Pude ver en sus ojos y en la expresión de su bellísima cara que estaba gozando mientras castigaba a quien es suyo. Su expresión severa, apenas dibujando una leve sonrisa, me indicaba que mi Señora estaba empezando a disfrutar del momento. Desde ese instante no sólo fue mucho más fácil soportar el duro castigo de mi Ama, sino que empecé a disfrutar de él, mi cuerpo dejó de retorcerse para sumirse en un suave contoneo al ritmo de los azotes, contándolos mentalmente, sintiendo el dolor entrando y saliendo de mí como una corriente eléctrica y deseando mientras el efecto del varazo recibido desaparecía, que llegase el siguiente con mayor intensidad.
                
Mi Ama alternaba series de varios varazos con leves espacios de descanso en los que observaba su obra en mí. En una de las pausas, y antes de cambiar a la Fusta de Doma, permitió que besara su mano mientras sujetaba la vara con la que me había azotado. Mi Ama sabe que ese simple acto es para mí uno de los mayores premios que me puede dar. Agradecerle el castigo infligido adorando Su Mano es uno de esos momentos en que desearía que se parase el mundo; De hecho se para y en ese instante solo existe La Mano de mi Dueña, muy poco tiempo y mucho, mucho, mucho que agradecer.......Mi Dueña retiró Su Mano y empuñó la Fusta de Doma, volví a mi posición y el castigo continuó. El silbido de la fusta era indescriptible mientras cortaba el aire camino de mi cuerpo, mi Ama continuaba azotándome en series cortas y muy intensas entre las cuales me concedía unos segundos para respirar y prepararme para la siguiente, mi excitación crecía por segundos y mientras recuperaba el aliento en cada pausa, el deseo de que mi Dueña comenzase la siguiente serie crecía en mí. Por último mi Dueña cogió la Fusta Larga, se trata de una fusta de aproximadamente 1,5 metros, muy flexible y acabada en una lengüeta de unos 10 cm, un instrumento temible que en manos de mi Señora lo es más aún. – “Cuenta perrito”, me dijo mientras caía sobre mí el primer fustazo, la velocidad con la que la lengüeta impactaba en mi cuerpo era endiablada, mi Ama había tomado la distancia suficiente para darle a la fusta espacio para hacer todo su recorrido, flexionándose y proyectándose sobre mí con gran dureza. Mi cuerpo estaba ya dispuesto, caliente y preparado y cuando la quinta serie llegó a su fin y mi Dueña dijo: “Es suficiente por ahora, perrito”, le supliqué que continuara postrándome a Sus Pies. “He dicho suficiente por ahora perrito, ve a cumplir con tus obligaciones, sólo quería calentarte un poco para que te acordases de tu Ama mientras hacías los recados, como aperitivo está bien, esta noche jugaremos de verdad”.

Las palabras de mi Ama recorrieron mi cuerpo como un escalofrío, salí de casa recordando lo vivido esa tarde y contando los minutos que quedaban para que empezase lo que estaba por llegar.

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